En una ciudad desconocida, en una calle por nombrar, en un piso demasiado pequeño para ser encontrado y en una habitación de una sola cama. Allí en un lugar tapado, se ocultaba una pareja.
Él era alto, con una enorme espalda y de piel morena. Tenia unos brazos musculados y fuertes, suficientemente fuertes como para alzarla en un Evohé y que ella al instante se trasladara al mismísimo cielo. Pero faltaba una cosa y la más importante, sus ojos. Sus ojos eran marrones, tenían un tono tirando al azabache pero las facciones que los marcaban hacían que ella se volviera enamorar de él cada vez que los admiraba.
Ella era de estatura media, bastante rellenita y de piel sensible. Tenia unos senderos que le llegaban hacía las manos, las manos llegaban a los dedos y de ellos salían tecleados mil versos de amor para él. Ella normalmente se preocupaba o se enfadaba por demasiadas cosas. Pero después se sentía mal por ello.
Después de llegar al final y dejar que la fuente del flujo se abra al exterior. Los dos estaban unidos por una sola unidad, pareciendo un solo cuerpo. Él le barria los poros de su espalda con la punta de los dedos. A ella le encantaba y estaba dispuesta a escribir el verso más romántico del mundo en su pectoral, pero no podía, no existía. De pronto un sonido acompañado de una vibración le alertaba que la buscaban.
Al apretar el verde botón supo que tenía que volver a casa si no quería un castigo seguro. Puso siempre la misma excusa, “estoy en la biblioteca, madre”. Su madre nunca pudiera pensar que estaba acostada con un hombre el cual era mucho más grande que ella. Se puede decir que ella, a veces no se puede creer que está junto al hombre que ama.
Él era alto, con una enorme espalda y de piel morena. Tenia unos brazos musculados y fuertes, suficientemente fuertes como para alzarla en un Evohé y que ella al instante se trasladara al mismísimo cielo. Pero faltaba una cosa y la más importante, sus ojos. Sus ojos eran marrones, tenían un tono tirando al azabache pero las facciones que los marcaban hacían que ella se volviera enamorar de él cada vez que los admiraba.
Ella era de estatura media, bastante rellenita y de piel sensible. Tenia unos senderos que le llegaban hacía las manos, las manos llegaban a los dedos y de ellos salían tecleados mil versos de amor para él. Ella normalmente se preocupaba o se enfadaba por demasiadas cosas. Pero después se sentía mal por ello.
Después de llegar al final y dejar que la fuente del flujo se abra al exterior. Los dos estaban unidos por una sola unidad, pareciendo un solo cuerpo. Él le barria los poros de su espalda con la punta de los dedos. A ella le encantaba y estaba dispuesta a escribir el verso más romántico del mundo en su pectoral, pero no podía, no existía. De pronto un sonido acompañado de una vibración le alertaba que la buscaban.
Al apretar el verde botón supo que tenía que volver a casa si no quería un castigo seguro. Puso siempre la misma excusa, “estoy en la biblioteca, madre”. Su madre nunca pudiera pensar que estaba acostada con un hombre el cual era mucho más grande que ella. Se puede decir que ella, a veces no se puede creer que está junto al hombre que ama.
Ey Marta, me ha gustao mucho, aunque no me lo haya leido xd, te lo has currao.
ResponderEliminarala marta pues te comento aunke no me interese pero es pa la profe XD
ResponderEliminarmartaaa
ResponderEliminaraver si aprobamos plasticaaaa ee ;)
ke vaya todo bieen
k lokura deee blog xdxd
ResponderEliminarmartaaaaa
ResponderEliminarueno esta guapo kmo te a kedado xD
buuhh :$ ara puc comentar :D hahaha sóc la Maria :$ GRRRR :$ els teus texts moleeeeen
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