Mesas separadas entre pasillos y grandes ventanales, un hoja con cinco oraciones compuestas. El profesor paseándose con la mirada fijada en cada uno de nosotros. Me lo miro, él me mira...
Querido maestro,
usted que ama tanto como yo a la literatura, usted que ha dejado su tiempo en las paginas de miles de libros, usted que entiende el lamento en la brisa... ¿Usted cree que puedo analizar la lengua?
Amigo, yo cuando leo, veo una magia blanca que se insinúa entre las líneas, una magia blanca que hace danzar las letras. Esas letras se relacionan entre ellas, ríen, lloran, cantan, saltan, crean sonidos que a la vez crean sílabas y después de ellas palabras. Centenares de palabras, miles de palabras... y lo mejor, amigo, cada una de ellas tiene un significado diferente, una expresión diferente, una mirada, un gesto, un recuerdo una voz. Todas ellas danzan al son de la magia, la magia que tienen los poetas en los dedos. Esa magia que cuando se pierde, la vida se queda sin sentido alguno. Sin motivo para respirar, sin nada que adorar y sin inspiración.
Ahora, sabio filólogo, explique me como quiere que analice la danza de un sonido, es magia... Si, magia, querido compañero de citas. Pues como todo el mundo sabe, cuando se sabe el secreto de la magia, ella pierde toda su gracia. Después de eso los magos pierden su trabajo, si, lo magos de la literatura. Nuestros amantes de noches de insomnio, nuestros amados maestros, nuestros poetas de nuestra lengua.
Querido maestro,
usted que ama tanto como yo a la literatura, usted que ha dejado su tiempo en las paginas de miles de libros, usted que entiende el lamento en la brisa... ¿Usted cree que puedo analizar la lengua?
Amigo, yo cuando leo, veo una magia blanca que se insinúa entre las líneas, una magia blanca que hace danzar las letras. Esas letras se relacionan entre ellas, ríen, lloran, cantan, saltan, crean sonidos que a la vez crean sílabas y después de ellas palabras. Centenares de palabras, miles de palabras... y lo mejor, amigo, cada una de ellas tiene un significado diferente, una expresión diferente, una mirada, un gesto, un recuerdo una voz. Todas ellas danzan al son de la magia, la magia que tienen los poetas en los dedos. Esa magia que cuando se pierde, la vida se queda sin sentido alguno. Sin motivo para respirar, sin nada que adorar y sin inspiración.
Ahora, sabio filólogo, explique me como quiere que analice la danza de un sonido, es magia... Si, magia, querido compañero de citas. Pues como todo el mundo sabe, cuando se sabe el secreto de la magia, ella pierde toda su gracia. Después de eso los magos pierden su trabajo, si, lo magos de la literatura. Nuestros amantes de noches de insomnio, nuestros amados maestros, nuestros poetas de nuestra lengua.
L.Linkon